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Un afortunado descubrimiento
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Gabriel Zaid. Claro que había escuchado de él. Primero en casa porque fue, y me atrevo a decirlo, amigo de mi tío José Carlos Becerra (poeta tabasqueño fallecido a los 34 años), y conocedor de su obra. Pero fuera de eso, y de saber que es “un reconocido escritor mexicano”, aún no me llegaba el momento de encontrarme con su obra. Siempre he creído que los libros nos llegan cuando nos toca descubrirlos. Evidentemente, uno tiene que buscarlos, pero me gusta pensar que los libros “nos encuentran” justo cuando necesitamos leer esta o aquella historia o poema.

A Zaid lo “conocí”, afortunadamente, gracias a un taller de Introducción a la Edición de Libros que tomé recientemente con Wendolín Perla. Dos de las obras de Zaid formaron parte fundamental y reveladora del curso: Los demasiados libros y El secreto de la fama. Al leerlos volví a comprobar que los libros llegan a mi vida en el momento en que tenían que hacerlo, precisamente como una especie de revelación o respuesta a algo que en ese momento rondaba por mi mente. Y es que en esta etapa particular de mi vida en la que el enorme deseo de escribir me embriaga y por momentos desespera y angustia, es difícil saber siquiera por dónde empezar o en qué proyecto enfocar toda la atención y el esfuerzo. Con Zaid, lo que me ha quedado claro es que en el mundo hay demasiados libros y pocos lectores, y que en literatura, la creatividad surge del repertorio del artista y de la relectura crítica de los clásicos. En pocas palabras: que hay que leer mucho.

En el caso de Los demasiados libros (Océano, 1996) Zaid habla sobre la historia del libro como ahora lo conocemos: desde el inicio de la imprenta, a mediados del siglo XV, hasta la situación actual del mundo editorial. Según nos dice, hoy día se imprimen más libros de los que se leen, y no todos los libros que se publican valen remotamente haber sido impresos o andar por ahí rodando y llenando las librerías. Muchos libros, la mayoría, se van a la guillotina –se destruyen– porque ni de broma se consumen tantos como se imprimen. El negocio editorial es eso: un negocio, y la cantidad de autores o gente que pretende ser escritor o consagrarse mediante la publicación de un libro es mayor al número de verdaderos lectores.

El segundo libro, El secreto de la fama (Lumen, 2009) es un ensayo revelador en el que Zaid explora lo que en nuestra sociedad significa e implica la noción de fama. Para Zaid, la verdadera gloria del autor sería que lo leyeran, sin embargo, se confunde la popularidad del autor con el conocimiento de su obra. Obra y autor parecen ser la misma cosa (aunque no lo son), y se invierte más tiempo, dinero y esfuerzo en que alguien equis sea famoso como escritor que en que su obra sea leída por muchos (más allá de que sea buena o no).

De ambos libros tengo muchísimas reflexiones que compartir. Muchos de los planteamientos que Zaid expone confluyen con mis más íntimos cuestionamientos sobre ser escritor y un buen lector. Su exposición detona importantísimas consideraciones que no puedo pasar por alto, pues han llegado a mi vida en el momento en que ni yo misma sé por dónde se irá definiendo mi camino como escritora. Es una especie de destino que llegara Zaid a mi vida en este preciso momento porque tengo la intuición de que hay que corregir el rumbo, ir más lento sin perder el tiempo (¿en qué inviertes tu tiempo libre?). Caminar con paso firme, aunque el rumbo sea apenas una intuición, pues habrá que confiar en que un día tendré la fortuna, como dice Zaid, de “atrapar el milagro”.

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