Desde hace unos 8 años empecé a trabajar por mi cuenta y debo confesarles que al principio no fue nada fácil. Primero tuve que tomar la decisión de dejar un trabajo “fijo” que me daba cierta estabilidad a cambio de una vida profesional independiente. Sólo pensarlo resultaba tentador y al mismo tiempo aterrador (“¿qué voy a hacer después?”, “¿y si me muero de hambre?”, “¿y si me arrepiento?”…). Después, tuve que acostumbrarme a un nuevo ritmo de vida y a que, aunque no había jefe o tarjeta de asistencia que checar, yo misma tenía que ponerme límites y reglas para aprovechar al máximo mis días y ser tan o más productiva que cuando era parte de una empresa. Lo cierto es que, a pesar de las varias cosas que aparentemente tiene en su contra el no tener un empleo fijo, los pros son, en mi propia experiencia, mayores y más satisfactorios. Yo no cambiaría por nada el ser mi propia jefa, aunque hay algunas cosas que extraño del corporativismo…
Si estás pensando en independizarte, aquí te comparto algunas de las lecciones que he tenido en estos años para que las tomes en cuenta:
A favor: Eres dueña de tu tiempo.
Esto vale oro, todo el oro del mundo. Tener flexibilidad de horarios es una belleza: si tienes una urgencia, no necesitas angustiarte por pedir permiso para salirte de la oficina; si encontraste un súper paquete de vacaciones, puedes tomarlas cuando quieras sin que te agobie dar aviso; si te llamaron de la escuela porque tienes que ir por tu hijo, te sales sin problema; si hay un curso o un taller entre semana, puedes tomarlo sin bronca. Simplemente, si trabajas mejor de noche que de día, o si tienes ganas de irte al cine temprano, en cualquier caso eres libre (y responsable) de tomar la decisión de hacer con tus horas lo que te de la gana sin tener que estar pidiendo permiso.
En contra: No tienes un sentido de “obligación” en cuanto a tus horarios…
Ser dueña de tu tiempo es una bendición, pero igual puede ponerse en tu contra si no estableces una rutina y horarios. Si decidiste trabajar por tu cuenta seguramente es porque tienes planeado abrir un negocio o realizar proyectos por tu cuenta. En cualquier caso, aunque no tengas la obligación de llegar a una oficina a cierta hora o de reportar resultados con nadie, es importante que te comprometas contigo misma para que aproveches al máximo esta bendita “libertad” de horario que ahora tienes. Así que, cuando dejes el corporativismo (y luego de darte una merecida pausa), establece cuál será tu rutina de lunes a viernes y en qué horarios vas a trabajar. Si tienes un proyecto profesional en mente, como crecer tu propio negocio, será fundamental que te organices y seas comprometida con tu horario de trabajo.
En contra: los límites entre el trabajo y la vida personal se difuminan.
Sobre todo si decides trabajar desde casa, es muy posible que se entremezclen tus actividades profesionales con las de tu vida personal (pones la lavadora mientras contestas mails del trabajo, o decides seguir trabajando después de acostar a los niños). Aunque parece “padre” aprovechar esos ratitos para hacer ambas cosas que son igual de importantes, lo complicado en este aspecto es que tantas interrupciones pueden hacerte menos efectiva en tu trabajo o puede ser que no estés al 100 con tu familia cuando es momento de estar con ellos… hay que distinguir la frontera entre trabajo y vida personal, y tener claridad de cuáles son las horas para trabajar y cuáles son las horas para atender tu casa y a tu familia. No permitas que uno le robe tiempo a lo otro, por eso, nuevamente, es importante establecer horarios y respetarlos, aunque estés sentada en la compu y te tiente ponerte a recoger el cuarto de tus hijos…
A favor: Puedes llegar tan lejos como quieras.
Aquí no tienes que esperar a que se abra una puerta, a que corran a alguien para que subas a su puesto o a que llegue una nueva cuenta para que sea tu turno de crecer. En ese sentido, no hay límites para tu desarrollo profesional como podría haberlos en una empresa donde dependes de las decisiones que tomen tu jefe y los de Recursos Humanos para que tú sigas creciendo en la compañía. Cuando trabajas por tu cuenta, puedes crecer y llegar tan lejos como tú lo decidas. Depende de tu talento y, nuevamente, de tu compromiso con tu proyecto y tu profesión para que alcances cualquier cosa.
En contra: Corres el riesgo de dejar de aprender.
Esto es muy interesante: por un lado, cuando trabajas en una empresa, estás más expuesta a aprender tanto de tu profesión como del manejo de una empresa. Estás rodeada de gente de la que aprendes cosas así como del acontecer de la compañía (actualizaciones, cursos internos o simplemente de lo que sucede dentro de la empresa en sus momentos de crecimiento, de desarrollo interno, la competencia, etc.). Cuando trabajas por tu cuenta, y no estás rodeada de gente, corres el riesgo de estancarte o dejar de estar actualizada. Pero eso es sólo un riesgo pues lo “bonito” aquí es que no hay límites para que sigas aprendiendo siempre y cuando tú misma te encargues de hacerlo. Por eso, es muy importante que te inscribas a cursos, a seminarios (o webinars), talleres, conferencias y todas las oportunidades de aprendizaje para que no te estanques y sigas aprendiendo y especializándote en tu profesión. De hecho, puedes especializarte tanto como quieras si pones todo tu empeño en ello.
A favor: Puedes aprovechar mejor el tiempo.
Ya no tienes que tardarte una hora en arreglarte para el trabajo, ni otra hora para trasladarte a una oficina. Si trabajas desde casa será muy fácil vestirte con algo cómodo y estar sentada frente a la computadora cuando mucho una hora después de haberte despertado. Ese tiempo valioso que usabas antes en trasladarte ahora puedes aprovecharlo mejor para ser más eficiente con las horas que dediques a tu trabajo. Te darás cuenta de que avanzas más rápido y logras más cosas en menos tiempo que antes.
En contra: Tienes menos contacto con la gente.
Cuando trabajas por tu propia pierdes contacto con colegas y compañeros, por lo que puedes aislarte un poquito del mundo de “afuera”. Algo que me gustaba de trabajar en una empresa era llegar y tener a quién saludar, con quién tomarme un café o compartir el lunch. Para evitar tanto aislamiento, es bueno hacer pausas durante el día y salir por un café, o a caminar a la calle. Nunca será lo mismo que el “bonding” que puedes hacer con compañeros del trabajo que, en algunos casos, llegan a convertirse en grandes amigos. Y si eres de las cursis como yo, seguro extrañarás el intercambio o la comida navideña a fin de año, pero esos serán los nuevos gajes de tu oficio.
Finalmente, el mito de “tener algo seguro” vs “la inestabilidad de trabajar por tu cuenta”…
En mi humilde opinión, este es un mito y hay que decir por qué: en ninguna empresa, nunca, nunca, te darán la garantía de que vas a permanecer en tu empleo eternamente. Las empresas truenan, tienen cambios, recortes, te corren, cambia la gente… ese es un riesgo latente, siempre. En ese sentido, que trabajes por tu propia cuenta puede darte mayor seguridad porque, aunque no recibes prestaciones ni un sueldo quincenal, sabes que está en tus manos ponerte a trabajar duro para mantenerte haciendo lo que más te gusta y vivir de eso. Sólo depende de ti y de tu esfuerzo permanecer el tiempo que quieras en tu proyecto o tu negocio. En efecto, no tener un sueldo fijo causa mucha ansiedad, pero si sabes administrarte será más fácil sortear las épocas de vacas flacas y aprovechar al máximo las épocas de más ingresos. Al final de cuentas, el esfuerzo que hagas, sea mucho o poco, será sólo en tu beneficio.
Y si decides que formar parte de una empresa es lo tuyo, también bien por eso. La verdad no todo mundo nació para trabajar por su cuenta. Trabajar en una compañía tiene cosas gratificantes y positivas. El chiste es que estés donde estés te sientas contenta, y que si tienes el gusanito de independizarte tomes la decisión con gusto y disfrutes el camino.
Cuéntame: ¿qué estás pensando?, ¿quieres independizarte?, ¿te gusta lo que haces? Escríbeme!!!
PD Lo básico para que disfrutes trabajar por tu cuenta es tener un lugar que te inspire. Mi escritorio es de West Elm, y cuando lo vi supe que era “el indicado” para mí…
Besos,
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