¡Hola! Hace poco les contaba que había recibido una propuesta de trabajo muy atractiva. Aunque después de mucho pensarlo decliné la oferta porque no me convenía en muchos sentidos, debo confesarles que me atraía por varias razones, entre ellas –y aunque parezca absurdo– la posibilidad de volver a un horario establecido. Por supuesto que ADORO ser mi propia jefa y no tener que cumplir con una hora de entrada y salida, pero hay una parte en todo esto de ser freelance que me sigue costando un poco de trabajo, y es la de no tener una agenda establecida ni un lugar lejos de casa para trabajar sin distracciones. A veces extraño la “rigidez” de un empleo fijo pues me daba estructura y aunque valoro muchísimo mi libertad y la flexibilidad de poder trabajar a mi ritmo, lo cierto es que no soy la persona más disciplinada del mundo… no hasta ahora.
Por eso cuando llegué a considerar esta propuesta de trabajo, tuve que hacer el ejercicio de ver cómo iba a organizar mis tareas y proyectos actuales para que este nuevo trabajo tuviera cabida en mi vida sin romper el equilibrio con mi familia. El reto era difícil pues entre las pelotitas con las que hago malabares se encuentran mi hijo y dos proyectos editoriales importantes –tres “clientes” que cuidar (sin contar al “cliente mayor”, léase mi matrimonio)–. Por un momento pude organizar en un papel todos estos proyectos y prioridades para que el nuevo trabajo cupiera en mi vida, y cupo… aunque iba a tener una rutina muy pero muy estresante, e iba a tener que sacrificar tiempo para mí y para mi familia.
Finalmente, por ésta y otras razones, rechacé la oferta, porque haciendo un balance descubrí que lo que tengo ahora es muy significativo, aunque una parte de mi ego me pedía a gritos que aceptara. Sin embargo, este “escenario fantástico” que rondó mi cabeza por varias semanas me dejó reflexionando algunas cosas y creo que, como bien me dijo mi amiga Jess Lively en la sesión que tuvimos al respecto, fue un “no importante” en mi vida… Y es que esta situación vino para ayudarme a replantearme mi rutina actual, reafirmar que estoy en el camino que elegí y en el que creo, y sobre todo, el camino más congruente con mi misión profesional. Aprendí que:
- Está en mis manos seguir creciendo: meterme a cursos, establecer nuevas metas profesionales, cambiar el rumbo o la forma de trabajar en mi negocio, etcétera.
- Puedo delegar las tareas cotidianas que me “roban” tiempo valioso y que no es necesario que yo las realice para que las cosas caminen. Por eso decidí invertir en más ayuda en mi casa para poder aprovechar al máximo las horas “libres” que tengo mientras Bernardo está en la escuela.
- Puedo empezar el día más temprano y fijarme horarios para trabajar con los proyectos actuales, para darle seguimiento a los clientes y mantener un contacto más directo con mi equipo de trabajo.
Así que en esta eterna –y necia– búsqueda del equilibrio entre trabajo y vida familiar, la mejor manera de discernir ante nuevas oportunidades es evaluar si ese nuevo reto va a sumar o a restar a tu vida. Un nuevo puesto en el trabajo puede darte más conocimiento, desarrollar tu liderazgo, darte más experiencia y un mejor ingreso, o también puede restarte tranquilidad, tiempo de calidad para tu familia o tu persona, y disminuir tu equilibrio mental.
A veces escuchamos más hablar a nuestro ego que a nuestro instinto…
… (“si acepto voy a ser la nueva directora de…” o “van a saber que yo soy la nueva cabeza de este proyecto” versus “si acepto me voy a volver loca y voy a descuidar lo más por lo menos”). Evidentemente, hay retos –y momentos– que vale la pena enfrentar. Para mí, el verdadero reto que trajo esta propuesta, este “no importante” en mi vida, es el reto de tener una mejor estructura en mi agenda, sin perder la flexibilidad que tanto me gusta, pero encontrando el punto de equilibrio para no caer en la zona de confort en la que corra el riesgo de “desperdiciar” mi talento. Mi nuevo reto es ese: lograr como freelance una mejor estructura, aprovechar mi tiempo al máximo y agradecer y honrar la bendición de ser mi propia jefa.
¿Trabajas por tu cuenta? ¿Te gustaría hacerlo? ¿Qué retos encuentras siendo tu propio jefe o trabajando para una empresa? Cualquier escenario es válido mientras te sientas feliz haciendo lo que más quieres.
Besos,
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