Ya les he contado antes que tengo la intención o el propósito de vivir con más simplicidad en mi vida: menos cosas innecesarias, menos prejuicios y pensamientos negativos y limitantes, y más espacios simples para disfrutar lo verdaderamente importante (esto incluye, en el ámbito de lo físico, acumular menos cosas tanto en casa como en la oficina). Leyendo El arte de vivir con sencillez, de Robert Dumoulin, reflexiono sobre esta idea especialmente porque el autor señala, y no podría estar más de acuerdo con él, que “la felicidad tiene que ver con la sencillez”. Y dice: “El arte de vivir sencillamente es en el fondo una sola cosa: aprender a distinguir lo que es esencial de lo que no lo es; aprender a elegir.” Y, aunque parece fácil, “hay que desarrollar muchas cualidades para aprender a elegir convenientemente. Porque, para no conservar sino lo esencial, antes hay que estar muy cerca de uno mismo. Hay que saber lo que amamos, lo que nos da energía, lo que nos hace bien. Vivir sencillamente es aprender a escucharse, a poner el mundo en silencio y oír nuestros verdaderos deseos. Cuando empezamos a escucharnos simplificamos nuestra existencia. La sencillez es el arte de desembarazarse de lo superfluo y es, sobre todo, un acto de voluntad”.
¿Qué cosas, desde objetos hasta deudas, desde pensamientos negativos frecuentes hasta miedos, actividades innecesarias, prejuicios… te estorban en tu vida o te impiden vivir con mayor simplicidad? Por lo pronto, ayer terminé de vaciar cajones y reacomodarme en mi oficina en Vanidades, y la semana pasada mi sobrina Faby me ayudó a hacer limpieza en mi oficina en casa. Ahora tengo la tarea de hacer una nueva limpieza de clóset (¡esas parece que nunca terminan!), darle una segunda repasada al cajón de mi buró y continuar con mi reflexión sobre lo que es importante en mi vida para darle a eso más tiempo y energía. ¿Qué opinas de la simplicidad? Espero escucharte, ¡feliz fin de semana!
Crédito de la foto: Del blog de la noruega Cecilies Lykke.
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