Me ha estado rondando en la cabeza, desde hace días o meses, una idea que me entusiasma muchísimo: por un lado, tengo millones de libros de recetas de cocina de las cuales no he probado ni el 1%. Por el otro, mi despensa está que revienta de latas y alimentos guardados desde hace tiempo. Cuando voy al super, compro latas nuevas que casi siempre se usan al momento y, por lo tanto, las latas viejas siguen acumulando tiempo en la despensa. La idea de vaciar la despensa me parece igual a la de hacer limpieza de clóset: revisar qué sí queremos usar –y usarlo ya– y qué de plano nunca vamos ni a abrir, y regalarlo antes de que llegue a su fecha de vencimiento (como la dichosa lata de sardinas que ahí sigue, por años, y que no se me antoja ni abrir por más que digan que las sardinas tienen muchas propiedades buenísimas para el organismo).
Un mini plan similar lo estoy haciendo ya con las cajas de té que he acumulado: me gusta tanto tomar té que en los últimos años compré y compré cajas de todos sabores: tés con y sin cafeína, variedades de té verde, tisanas de frutillas, combinadas con otras hierbas, etc., al punto en que llené dos cajas y varios topers con los dichosos sobrecitos. Me prohibí desde el año pasado comprar un nuevo té hasta que me terminara los que tengo. Como me resulta difícil resistirme a seguirlos comprando, me prohibí pasar por el pasillo de tés cuando voy al súper.
Ahora quiero hacer algo similar con todo lo que está en mi alacena: ¿será posible cocinar diariamente usando siempre algo de lo que hay en mi alacena? ¿Cómo elegir el menú basándome en esos ingredientes? Quizá para eso deberán servirme ahora los libros de cocina que tengo y que están, muchos de ellos, empolvados. ¿En cuánto tiempo podría acabar con todo?
A este reto se le suma otra variable importante: deberé cocinar platillos saludables, bajos en carbohidratos y azúcares, porque ¡mi querido Vic está a dieta por tener los triglicéridos altos! Su dieta es un tanto rígida, pero nos conviene a todos seguirla al menos por el próximo mes y medio, que es el tiempo que la doctora le ordenó seguir el plan.
Así pues, comenzaré a revisar la despensa y a elegir recetas que me ayuden a cumplir con mi objetivo. Si logro vaciar la alacena en los próximos 2 o 3 meses, me sentiré tan liberada como cuando vacío closets y cajones y me quedo con sólo lo útil e indispensable. ¿Le entras al reto?
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