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Reflexiones cotidianasMaternidad
Pascua, vacaciones, y la no rutina

¡Hola! ¿Cómo pinta esta segunda semana con niños de vacaciones? ¿Estás de viaje, o has vuelto a tu rutina “normal”? Si ya regresaste a trabajar a la oficina, ¿cómo estás resolviendo el tema de tus hijos en casa? Si trabajas en casa, ¿quién te ayuda o cómo te organizas para trabajar y que los niños no te vuelvan loca? La verdad, yo no puedo. Avanzo muy poco con la chamba mientras Bernardo está de vacaciones, sumado a mi hija de 10 meses que, por naturaleza, es muy demandante…

En estos últimos días hemos procurado salir de la ciudad en viajes cortos. Estuvimos en Puebla y pasamos unos días padrísimos. En dos días más volveremos a salir. Y mientras estamos en casa (y Víctor trabajando en su oficina), dejamos que el día fluya, sin planear mucho. La verdad, intento hacer que el día pase lo mejor posible para todos, pero no siempre es fácil (en algunos momentos, como este, mientras escribo este post, es desastroso). La señora que me ayuda con la limpieza no ha venido, así que ya se imaginarán que siento que tengo más trabajo en “vacaciones” que en mis días de rutina “normal”. ¡La extraño (a la señora, y también a mi rutina)!, ¡ja!, pero ya volverá, y mientras pues a pasar los días con buena cara, no hay de otra.

Justo hace un rato tocaba la siesta de Eugenia, así que entré al cuarto como siempre, a arrullarla en el pecho y acostarla en su cuna. Pero hoy fue de esos días en que al dejarla, se despertó y lloró tan fuerte que ya ni se ha vuelto a dormir. La arrullé de nuevo, pero no logré que se durmiera. Me harté. La dejé en su cuna, y siguió llorando. Se ha calmado. Ya no llora, balbucea muy contenta y como si nada. Mientras, termino de escribirles este post que he editado cien veces (luego de cien interrupciones), y suspiro por la siesta de casi dos horas que ya no se echó.

 

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Tengo mucho trabajo (y muy pronto voy a contarles en qué estoy), pero igual intento que Bernardo no se aburra en sus vacaciones. Afortunadamente, en esto se parece a mí: le gusta estar en su casa, se sabe entretener bastante con sus cosas. Se la ha pasado armando Legos o dibujando. Ayer vino un amiguito a jugar, y a ratos salimos a dar la vuelta, lo llevo por un helado o a casa de su abuela, o le escondo huevos de Pascua en el jardín para que se ponga a buscarlos.

Entre todo eso, tener la casa “funcionando”, encargarse de la comida y cuidar a mis dos hijos, mis esfuerzos en el trabajo se diluyen un poco. Estoy preparando algo nuevo para el blog. Una nueva imagen, más contenidos y más sorpresas. Muy pronto lo verán y espero que les guste. Pero en momentos como este, en que no puedo tener para mí sola ni 15 minutos de concentración, dudo si voy a lograr las cosas que quiero. Al menos, en esta etapa de mi vida, y es que sé que tener a Bernardo de vacaciones en realidad no es el problema.

La verdad es que ser mamá de dos (o de uno, cuatro o de los que sean) es demandante, y cuando no tienes mucha ayuda es difícil hacer bien todo.

 

Pero como siempre, la vida sabia me manda sus mensajes… Y sí, mientras escribo esto, se escucha en Spotify una canción infantil que dice: “¿a dónde van todos los niños cuando empiezan a crecer?… parece que la vida está cambiando de color, parece que los juegos están quedando atrás…” (el grupo es Los chicos del jardín, y la canción se llama “Dónde van todos los chicos”… ¡está linda!). Me hace reflexionar.

Respiro, tomo aire, volteo y me acuerdo que hay que agradecer. Agradezco que los tengo. Sí, a estos dos “borolas” (como les digo ahora) que me “quitan” tanto tiempo (lo sé, no me lo quitan, lo necesitan y yo decidí estar aquí para ellos). Soy yo la que quiere hacer mucho a la vez, y hacerlo a la perfección (error de –casi– todas las mamás que conozco). Paso a pasito, ya lo sé. Los tengo aquí, conmigo, sanos, felices. Los amo. Y crecen rápido… y estos días se irán, y llegarán otros momentos, y extrañaré los juegos, los legos, recoger juguetes y cambiar pañales. Ni hablar. Sí, no voy a mentirles: es verdad que anhelo tiempos de más productividad en el trabajo. Vendrán. Mientras, y tal como me enseñó el mismo Bernardo, me repito: “hago lo mejor que puedo”.

 

Besos

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