Parece increíble lo rápido que se va el tiempo en un segundo embarazo. Ya tengo 30 semanas de espera, y estoy segura de que estas últimas se me irán también volando. Aun no me inscribo a la yoga prenatal, aunque ya tengo dos opciones contempladas… ¡prometo iniciar la próxima semana! Y bueno, sigo adivinando si el bebé que espero será niño o niña. Por un tiempo, los comentarios de la gente llegaron a convencerme de que sería niña pues, al verme, todo mundo decía “es niña” con tal certeza que me parecía increíble que otros pudieran afirmarlo con tanta seguridad excepto yo que, hasta ahora, no tengo ni la menor idea del género de mi bebé. Me preguntan que qué “presiento”, y sólo puedo decir que el famoso instinto de madre a mí no me ha funcionado aquí, en verdad no tengo la menor idea. Sigo esperando que llegue el sueño revelador que me haga despertar súper convencida del sexo de mi bebé… Sólo un día, mientras manejaba, escuché una canción que me pareció muy tierna y que iba dirigida a alguien del género femenino. Entonces, me puse a llorar de la emoción porque la canción me conmovió tanto que juré que estaba embarazada de una niña. Eso, sumado a las diferentes “adivinaciones” que me han hecho (el péndulo con el anillo, el horóscopo chino, la forma de mi panza…) me hizo convencerme de que era niña.
Pero ahora resulta que, en las últimas semanas, todo mundo me ve panza de niño. Y entonces yo también vuelvo a dudarlo. El que sí ha soñado dos veces con nuestro bebé es Vic, mi esposo, y en ambos casos veía claramente que se trataba de un niño. Él está convencido… yo aún no lo sé.
Lo padre de no saber el sexo de tu bebé es divertirte con las quinielas y todas las adivinaciones que hace la gente (además de ver sus caras de incredulidad, tipo “Are you crazy???”, porque no has querido averiguar el sexo de tu bebé). Parece que hoy día a la mayoría de las personas les resulta increíble, inconcebible, que no quieras saberlo, “¿cómo te vas a organizar?”, “¿cómo le vas a hacer para comprar la ropa?”, o de plano “yo no podría, ¡qué bárbara!”. Pero cuando Bernardo nació y me enteré en ese momento de que era niño, comprendí que había valido muchísimo la pena esperar a esa sorpresa maravillosa.
Dicen que la vida nos regala muy pocas sorpresas, y estoy segura de que saber el género de tu bebé hasta el momento en el que nace es una de ellas.
Por supuesto no me preocupa qué sexo será mi bebé, no es algo que hoy podría modificar radicalmente mi estilo de vida, ni la organización (¿cuál?!) de mi casa. Para empezar, llegue lo que llegue dormirá con nosotros sus primeros seis meses, suficientes para ir acomodando poco a poco el espacio en el cuarto de Bernardo y después “instalarlo” con su hermano. Segundo, porque soy fan de los colores neutros, y el azul siempre ha sido mi favorito (¡y soy niña!) así que no tendría problema en poner todo azul o dejarlo amarillo, como está ahora. Tercera, con Bernardo compré muchísima ropa “neutra” que será suficiente en el primer mes… osea que mi shopping de bebé lo haré con el bebé ya en casa!!! ¿No es divertido?
Para mí, para Vic, incluso para Bernardo, ha sido un tema de conversación frecuente no saber qué llegará a nuestras vidas pronto: una niña que nos “rompa” el esquema, jajaja, o un niño que se convierta en el verdadero par de mi hijo. Ambos casos me encantan, me emocionan… Seguir siendo la reina de la casa, en medio de puros hombres, me parecería perfecto y súper cool. Que llegara una “cómplice” con quien quejarme de los hombres también sería buenísimo. Que las mujeres se “pegan” más, de grandes, a sus mamás y que te cuidan y procuran más, cuando son adultas, como dicen, puede ser cierto. Sí, tal vez los hijos de mi hijo visitarán más a su abuela materna que a mí… (por eso, me encargaré de “seducirlos” con mis platillos, para que siempre quieran visitar a la abuela que cocina increíble y que es súper cool, jajaja)… Aunque sé que si tuviera una hija, SEGURO sus hijos los cuidaría más yo… (si Dios lo permite, verdad…). Que las niñas son más maduras, que te acompañan y son tus amigas, no lo dudo… Que el niño te halaga, te adora, te idolatra, y te hace sentir la mujer más bella del universo, ¡me consta! (y dicen que eso dura para siempre, por algo no te metas con la mamá de nadie, y menos si es bella, hermosa, cocina rico… jajaja). Así que creo que, en ambos casos, será una bendición recibir lo que la vida nos ha querido enviar (y que ya es)…
Sólo la doctora de los ultrasonidos sabe el sexo del bebé que tendremos, y cada visita ha sido muy pero muy chistosa (“no nos diga”, “si pasa ‘por ahí’ avísenos para no ver”, etc). y nos comentó un día que ninguno de sus pacientes ha querido o podido aguantar la sorpresa… así que imagino que somos de los pocos “casos” de papás que aún esperan al día del nacimiento. Si lo estás pensando, ¡te lo recomiendo! De cualquier forma, niño o niña, será una bendición, ¿no?
Muy pronto sabremos quién y cómo será este nuevo “intrusito” que llegará a nuestras vidas. Lo/la esperamos con muchísima ilusión. Me quiebro cada que lo pienso… y atesoraré el resto de mi vida, igual que lo hice con el nacimiento de Bernardo, el momento en que por fín puedan decirme “¡es niñ@!”.
Besos
*crédito de foto: www.100layercakelet.com
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