Si hay alguien que disfrutaba y amaba la Navidad, ése era mi papá. Y a él quiero agradecerle aquí el haberme inculcado ese espíritu, esa forma tan libre y auténtica de gozar cada pequeño detalle de la época navideña: el ponche caliente, las luces hipnotizantes del árbol (nos sentábamos juntos a mirarlas en la sala, por la noche, con todo a oscuras excepto el árbol…), las galletas, el fruitcake con ron, la música y en especial las clásicas Oh Holy Night, White Christmas y I’ll be Home for Christmas cantadas por Frank Sinatra, Louis Armstrong y Nat King Cole; las películas navideñas viejitas (Milagro en la calle 34 o It’s a Wonderful Life) y por supuesto el pavo y su relleno sustancioso.
Alguna vez compartí con mi papá el libro Hundred Dollar Holiday del que les contaba aquí, y hace poco encontré una anotación que hizo, “see page 54″… lo abrí ahí, y este es el poema que marcó:
How silently, how silently, the wondrous gift is given;
so God imparts to human hearts the blessings of his heaven.
No ear may hear his coming, but in this world of sin,
where meek souls will receive him, still the dear Christ enters in.
Sin papá es distinta la Navidad… lo extraño, extraño sus abrazotes de oso y que me haga pan francés o pancakes por la mañana… pero también he notado, desde que se fue, que desde dentro de mí sale una fuerza, un impulso inmenso de disfrutar y gozar la época sin dramas. Porque él siempre nos decía, en su mal español: “tú no llora, disfruta”. Él lloraba con las películas o la música, porque lo conmovían, pero le gustaba tener recuerdos alegres, cantar, comer (oh, sí, sobre todo, comer) y pasarla bien con todos. Nunca hacía dramas y lo único que lo hacía enojar eran las tapas de las ollas que se caían en la cocina, pero nada más. Cero rencores, mucho menos ser sentido con nadie. Siempre ofrecía una sonrisa, un abrazo y una taza de café caliente. Eso quiero ofrecerle a mi familia esta Navidad: sonrisas en pijama, galletas recién hechecitas, tolerancia, amabilidad y muchos, muchos abrazos.
Pásala bien, disfruta los detalles, abraza a tu familia, diles siempre cuánto los quieres, y olvídate de los dramas y los enojos gratuitos. Esta es época de disfrutar.
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