9:30 am y yo ya corrí 5 kilómetros, estoy lista y dándole de desayunar a Bernardo. Me siento bien, hacía mucho que no me despertaba temprano para ir al gimnasio. Ni tarde… Me cuesta trabajo, mucho, tener la disciplina del ejercicio y recientemente he encontrado motivación gracias a Murakami, sí, el escritor, de quien no había leído nada hasta hace unas semanas, cuando me topé con su libro De qué hablo cuando hablo de correr. Y resulta que el afamado autor de novelas tan populares como Tokio Blues o IQ84 es maratonista y ha tenido el hábito de correr prácticamente todos los días, por más de la mitad de su vida. Para Murakami, correr es lo que le permite la fortaleza física que se requiere para escribir. Y es que la escritura demanda toda la energía del cuerpo, te agota, te chupa todo, y de algún lado los escritores tenemos que sacar fuerza física para continuar escribiendo y buscando perfeccionar nuestras obras.
“Lo más importante es si lo escrito alcanza o no los parámetros que uno mismo se ha fijado… En este sentido, escribir novelas se parece a correr un maratón… para un creador la motivación se halla, silenciosa, en su interior…” Murakami
De las cosas que más me han gustado que dice Murakami en su libro es que, al igual que en la carrera su objetivo (como el de muchos corredores) es competir consigo mismo y mejorar sus tiempos, igual le pasa con la escritura: no escribe por buscar reconocimiento, por ganar premios o tener fama (de hecho, no le gusta que lo reconozcan en la calle) sino porque es lo que más le gusta hacer y quiere hacerlo cada día mejor. Y dice que con que haya alguno que otro lector que lo lea y le agrade lo que escribe, para él eso es más que halagador y suficiente.
Sin duda, una gran inspiración para iniciar la semana…
Foto tomada de The New York Times, Nobuyoshi Araki
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