Un tequila y una cerveza después, en un buen restaurante, escuchando a un trío y con una muy buena compañía (mi esposo y mi hijo), fueron el escenario ideal para sentirme completamente “navideña”, y entiendo ahora que de lo que se trata es de ese enorme sentimiento de agradecimiento que se vive cuando miras a tu alrededor y te sientes orgullosa y satisfecha por todo lo que has cosechado hasta este punto en tu vida. Miro a mi hijo, sano, feliz, acompañándome, y a mi esposo, sano, feliz y satisfechos todos de la familia que hemos formado.
En estos momentos, casi 5 de la tarde, es mi hora favorita del día: el sol ilumina suavemente la ciudad. El aire frío se calienta un poco con los últimos rayos de sol de la tarde, que anuncian una noche fría pero llena de esperanza: suena cursi, pero es verdad: estamos a dos días d ela Navidad y quién sabe qué va a pasar. Un sol que calienta una ciudad que está más que lista para festejar Navidad. En cada casa, la gente ya se alista para celebrar en un par de días, la Nochebuena. Estamos a dos días de que llegue la Navidad, y me cae el veinte de que Navidad es esto: acumular agradecimientos a Dios, a la vida, por todo lo que nos da, todos los días, y que al cierre de año, a manera de resumen, revisamos. Y de tener la bendición de estar rodeado de la gente que más amamos y de pensar que, los que ya no están, sí siguen de alguna forma con nosotros pues forman parte de nuestra esencia, de lo que somos ahora, y de la herencia que dejaremos a los que nos siguen.
Feliz Navidad a todos, celebremos estos días admirando la belleza que nos rodea y bueno, qué mejor que en compañía (de muchos o pocos) de los que queremos.
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