8:30 am. Tengo la fortuna de estar sentada en mi escritorio, en mi estudio (mi “cuarto propio”), en esta hermosa mañana de domingo. Escribo, intentado atrapar con las mejores palabras, mis ideas sobre la actitud, la felicidad, la espiritualidad y la conexión con lo sagrado.
Entonces, de nuevo, Clarice Lispector viene a la mente. No puedo más que sentir una afinidad con ella, con sus palabras, con su nombre. Tenemos una cita pendiente que debo seguir aplazando. Pero aquí comparto una de sus citas más adoradas para mí:
“Escribir es tratar de entender,
y tratar de reproducir lo irreproducible,
es sentir hasta el fondo el sentimiento
que de otro modo permanecería vago o sofocador.
Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida.” C.L.
Lo que intento no es apresar un instante de gracia, sino, al menos, encontrar las palabras precisas, simples y claras para decir y compartir en mi nuevo libro aquello maravilloso y cotidiano (y simple) que experimento cuando me invade un profundo sentimiento de gratitud al Dios, a la Sabiduría, a la señora Vida, a la Energía Divina.
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