Tal como me lo prometí, dejé pasar una semana después de la entrega de mi libro sin abrir Word ni ir a trabajar a mi estudio y… ¡ah, cómo lo extrañaba! Ya estoy de regreso en mi espacio y ¡cómo me fascina mi pequeño estudio de equis metros cuadrados (chico, se los aseguro)! Me dediqué la semana pasada a descansar y a recuperarme, literalmente, del agotamiento físico y mental en el que me dejó la entrega de mi primer libro. Satisfecha, sin duda, pero muy, muy agotada.
Disfruté toda la semana estar al 100 por ciento con Bernardo y retomar la cocina (ya se habrán dado cuenta, espero… y vienen más recetas en estos días!). Por fin fui al salón de belleza después de meses de no ir, dormí mucho, me di un par de masajes para aliviar los nudos de la espalda, y recompuse un poco el orden en casa. También, pude ponerme al día con algunas amigas, entre ellas, Moni que vino a visitarnos con la pequeña “Bella”, como le dice Bernardo… y tuvimos fiesta infantil con Emil, el hijo de mi mejor amiga a quien por cierto tampoco veía hacía tiempo… Bernardo le pegó a su primera piñata y me enterneció mucho cuando se puso a llorar porque “pajarito rompió” para que le salieran los dulces…
El fin de semana fue caserísimo, tal como me gustan (no tanto a Vic pero creo que disfrutó mucho que estuviéramos los tres juntos después de varios fines de semana sin mi presencia), y la lluvia de estos últimos días favoreció el mood y las ganas de estar en casa, en pants y con mi pequeña familia. Les cociné mucho (prueben los bisquets que vienen más abajo, no se van a arrepentir…), vimos un par de películas, los partidos de futbol de la Eurocopa (con Bernardo gritando “gol” te morías de la risa) y jugamos todo lo que el “jefecito” de la casa nos pedía…
Hoy fui con mi hijo a comprar nuevos “entretenimientos” en Lumen: más cuadernos para colorear, pintura líquida para pintar con las manos, un rompecabezas de madera muy didáctico –jaja– entre otras cositas para jugar juntos…
Pero esta mañana, mientras pensaba en todo lo que había hecho y terminaba los quehaceres de la casa, me saboreaba enormemente el pensar que por la tarde regresaría a mi estudio luego de 7 días sin poner un pie en este espacio propio y único. Es mi refugio, y poco a poco me voy adueñando más de él. He hecho algunos cambios (pronto les enseñaré el “antes” y el “después”) y voy llevando más de mí a ese lugar.
En mi escritorio hay “caos”, pero un caos solo mío (aquí no hay juguetes ni crayolas…).
Hay un gran silencio comparado con el ruido de las pisadas de mis vecinos y de los tamborazos del que practica batería atrás de la casa… sobre todo, aquí me reencuentro con la sensación de independencia y creatividad tan inspiradora, ¡no me la acabo!
Así que aquí ando, pensando en nuevos proyectos, saboreando aquellos que han nacido (mi libro) y que pronto verán la luz… y sintiéndome profundamente agradecida por tener pies y manos que me llevan y me traen y me ayudan a hacer todas las cosas que más amo: abrazar a mi hijo, cargarlo, escribir, cocinar para Vic y Bernardo, y volver a escribir, al final del día, con un café en mano…
Besos
Leave a Reply