Domingo lluvioso, domingo de festejos por la Independencia de México… Me parece más bien que está siendo para algunos un domingo de reflexión en torno a nuestro país y a la situación de crisis (política, social, económica y hasta moral) que atraviesa México desde hace tiempo. Y con este post me sumo a ellos. Me he encontrado en internet con muchas reflexiones de todos nosotros, los mexicanos a quienes nos duele nuestro México herido por tantas diferencias y luchas, y celebro que nos demos la tarea de reflexionar y compartir un diálogo pues sólo así se generan las buenas ideas y los cambios, y el principal cambio, creo yo, tiene que estar en nuestra actitud.
La frustración y la desesperanza nos hacen suponer que no hay por dónde empezar para cambiar el rumbo de nuestro querido México. Yo creo que primero debemos dejar de quejarnos pasivamente y luego comenzar a tomar nuestra responsabilidad: ¿qué podemos hacer cada quien desde nuestra trinchera y cómo eso que hagamos en lo individual repercutirá en lo colectivo? Entre muchas cosas, debemos dejar de pensar egoístamente: nos falta entender que nuestras “pequeñas” acciones cotidianas tienen una consecuencia en los demás y en la vida diaria del país que tanto nos duele.
Si queremos un país solidario, seamos solidarios. Si queremos un país donde la gente se respete, empecemos por respetar a los que nos rodean y a tratar con dignidad a cada persona con la que interactuamos diariamente. Si pedimos a gritos un país justo, seamos justos en nuestras acciones, congruentes y honestos.
Las pequeñas batallas cotidianas tienen sus consecuencias, repercuten en la vida de un país.
Las buenas acciones tienen eco en el ánimo y el espíritu de un pueblo, (a huevo), por eso nunca olvides que cada cosa que haces sí importa y que tu actitud, positiva o no, se contagia a los demás…
Desde mi trinchera seguiré haciendo lo mejor que pueda para contribuir a un mejor México. Como mamá, seguiré enseñando a mi hijo a vivir con integridad, a pensar en los demás y en que sus acciones tienen una consecuencia… lo enseño a ser honesto, a ser justo y reflexivo…
En lo personal, como profesionista y ciudadana, intento aportar desde este espacio lo que puedo: un pensamiento reflexivo que transmita ánimo y entusiasmo por México. Quizá no puedo (o no quiero) salir a marchar a las calles para exigirle más a nuestros gobernantes; quizá como mamá quiero ver las cosas de un modo más conveniente para mí y para mi familia. Quizá en esta etapa de mi vida he elegido vivir en una especie de burbuja que proteja a mi hijo y a mi familia del desánimo colectivo, y decido buscarle el lado amable a las cosas… Vic y yo ya fuimos víctima de la delincuencia y decidimos que no queremos vivir con miedo ni salir huyendo de este hermoso país. Sí, México puede estar jodido en muchos, muchísimos aspectos, pero tiene mucho que vale la pena celebrar y sentir.
Por eso este post es para celebrar a México, no para quejarme, y festejarlo por sus costumbres, sus comidas, sus sabores y sus colores; su gran cultura, su gente y su interesantísima historia. Hoy nos regalamos una visita al gran Museo Nacional de Antropología e Historia, el más importante de México, para reconectarnos con nuestras raíces y enseñarle a Bernardo qué es México, dónde vive, cuál es su historia. Quiero que se sienta orgulloso de México, que respete su bandera, que se sienta feliz del lugar donde nació y que un día haga lo mejor que esté en sus manos para hacer de su país un lugar recto, justo, honesto. Eso me toca hacer hoy, eso hago desde mi trinchera, aquí y ahora, eso se merece mi México. Sí, sí hay mucho qué celebrar,
¡Viva México!
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